Plaza de Toros Municipal de Guadalajara
Cuando llegó el ferrocarril a Guadalajara, se creyó conveniente construir una plaza estable en la ciudad, en un terreno comprado junto al Paseo de las Cruces. Se pensaba que este hecho animaría a los aficionados madrileños a venir para asistir a las corridas celebradas en la localidad alcarreña. Corría el año 1959.
Con anterioridad, en 1860, ya se había inaugurado una primera plaza de toros en el mismo lugar. El diseño era de Cayetano Hermógenes Palacios, quien se había inspirado de la plaza instalada al inicio de la calle Serrano de Madrid. Hasta entonces, las corridas se venían celebrando en la Plaza de Santa María, la Plaza de Santo Domingo o incluso en la Plaza Mayor. Esta plaza permanente tenía un diámetro de 68'32 metros y el coso, 45 metros. Podía albergar hasta 5.000 aficionados. Pero estaba realizada completamente de madera.
Tras la Guerra Civil, se encontraba en ruinas, por lo que hubo que derribarla. Diez años después del fin de la guerra, se hizo una nueva plaza de toros de madera, que compró el Ayuntamiento en 1953. Pedro Sanz Vázquez, el alcalde de aquel entonces, encargó al arquitecto municipal, Antonio Batllé y Punyed, un proyecto de reconstrucción. El coso taurino fue inaugurado en 1959.
Desde entonces, se han realizado diversas obras de mejora y de acondicionamiento en la plaza, e incluso se ha hablado de realizar una nueva en otros terrenos. Lo cierto es que este edificio tiene más de 50 años, por lo que se encuentra en la lista de edificios emblemáticos sujetos a inspección técnica en Guadalajara este año.