Lavadero (Iriépal)
El Infantado, el Teatro Moderno, la Fábrica de Mora, la Plaza de Toros... Son algunos de los edificios que ya les hemos acercado. En esta ocasión, ITEGU viaja con ustedes hasta Iriépal, pedanía de Guadalajara donde la ordenanza de inspección técnica de edificios (ITE) también es vigente. Algunos de los edificios catalogados que deben someterse a la ITE de Guadalajara en Iriépal son la Casa consistorial (Ayuntamiento), la Iglesia, la Ermita de la Soledad o el Lavadero.
Hoy conoceremos la historia de este edificio que no hace mucho celebraba el centenario de su construcción. Con ese motivo, se publicó un pequeño libro para conmemorar esta efeméride.
En efecto, las obras del Lavadero de Iriépal comenzaron en julio de 1910 a cargo del arquitecto Gerardo de la Fuente y concluyeron en diciembre de aquel mismo año, año en que se inauguraba la Gran Vía de Madrid o el Liceo Francés de Madrid en la calle Marqués de la Ensenada nº 12, actual sede del Instituto Francés. Este nuevo lavadero (ya existía uno ubicado en la zona conocida como el Zanjón) no sólo cubría las necesidades del pueblo, sino que también cumplía uno de los preceptos que el benefactor de las obras, D. José María de Hita, tenía pensado para el desarrollo urbano y social de Iriépal.
Como cuenta Marta Cuadrado en el libro, el Lavadero era (y sigue siendo) una construcción de ladrillos de principios de s. XX apoyado sobre una base de mampostería. La decoración, neomudéjar, posee un interesantísimo juego de claroscuros gracias al fácil manejo del ladrillo en tres de sus cuatro fachadas. Mientras, el interior contaba (y cuenta) con dos cuerpos diferenciados: el acceso estaba cubierto con una azotea a la catalana y en él se situaban los aseos, la cocina y el almacén; y la nave de 22'50 x 8'00 x 5'50 m, donde se encontraban las cuatro pilas para lavar. Esta nave completamente diáfana tenía una cubierta a dos aguas, a base de cerchas y correas elementales de madera apoyadas sobre pilastras de ladrillo. La principal característica de este lavadero era que se encontraba lejos de un curso de agua natural, mientras que lo habitual en la época era situar estas construcciones lo más cerca posible de estos. Por eso, en el caso del Lavadero de Iriépal hubo que realizar la urbanización e infraestructura necesaria para poder abastecer al edificio.
El edificio se utilizó asiduamente hasta los años 70. En esa época, se dota a Iriépal de una red de abastecimiento de agua al convertirse en pedanía de Guadalajara y comienzan a instalarse las lavadoras en los hogares. Desde entonces, su deterioro y abandono fue tal que en los años 90 se planteó la demolición del edificio. Sin embargo, al final se optó por rehabilitar el Lavadero y destinarlo a funciones sociales. La reconstrucción del Lavadero corrió a cargo de Antonio Miguel Trallero, quien acertadamente evitó el uso de materiales contemporáneos y adecuó los cromatismos exteriores al entorno.
Su reinauguración tuvo lugar en el año 2000 como centro social del pueblo, por lo que el Lavadero no ha perdido un ápice del carácter social con el que fue concebido.